“Restricción es la no inclusión”
Entrevista. Carlos Heller. Diputado nacional de
Nuevo Encuentro.
En diálogo con Miradas al Sur, el legislador y presidente del Credicoop
defendió las últimas medidas del Banco Central para impulsar el crédito
productivo y subrayó la necesidad de preservar las divisas que genera la
economía.
Las medidas que adoptó el Banco Central para direccionar el crédito
hacia la producción constituyen un gran cambio. Es dejar atrás la
limitación que implicaba un concepto muy caro al Consenso de Washington,
como es la independencia del Banco Central, que hacía de la entidad un
banco de otros, y no de todos. Sin la reforma de la Carta Orgánica
hubiera sido imposible alinearlo con la política macroeconómica del
Gobierno”, afirma Carlos Heller, presidente del Credicoop y diputado
nacional por Nuevo Encuentro. “Es la contracara de lo ocurre por estos
días en España. Para rescatar al sistema bancario, les impusieron, y lo
deja muy claro el memorando de entendimiento, que el Banco Central de
España deberá actuar con independencia. Tras cartón les dicen que la
entidad quedará bajo la supervisión del Banco Central Europeo, el
Bundesbank y el Fondo Monetario Internacional. Ni más ni menos que la
versión desembozada de lo que nosotros siempre dijimos que escondía la
mentada independencia de los bancos centrales”, subraya Heller.
–La decisión de fijar cupos, montos, plazos y tasas para los créditos
con fines de inversión genera críticas desde los principales bancos
privados…
–El direccionamiento es una necesidad. Antes de la reforma, el Banco
Central fue reducido a preservar el valor de la moneda. Ahora, además,
debe impulsar la actividad económica y fomentar el empleo. La economía
real es hoy un tema de su incumbencia. Es un paso que prueba que la
reforma puede ser utilizada en forma positiva para que el sistema
bancario tenga un rol más positivo en términos de producción. En cuanto a
las quejas, la banca privada exagera. Lo que se dispuso no es nada del
otro mundo.
–No quieren aceptar el criterio de la regulación.
–Algo que también rechazan las grandes empresas. Sólo quieren la mano
del Estado cuando necesitan que los ayuden. No hay margen para quejarse.
El sector bancario viene haciendo enormes negocios y obteniendo enormes
rentabilidades. El crecimiento generó una explosión del consumo, que
fue acompañada por un boom del financiamiento. La banca privada prestó a
tasas altísimas. Nada hay de extraordinario en que se les exija
destinar a créditos para inversión el equivalente al 5 por ciento de los
depósitos con una tasa fija del 15 por ciento y a un plazo de tres
años. Además, no es una medida aislada, sino que integra un paquete que
apunta a atenuar los efectos de la crisis interncional.
–Desde la banca privada argumentan que no hay tomadores.
–El Credicoop ya estaba otorgando créditos muy similares. No digo que
haya empresarios haciendo cola, pero siempre hay demanda. Lo importante
es que no se trata de una cuestión optativa. Lo que les están diciendo
es que salgan a buscar interesados. Esto supone un cambio trascendente
en la relación de los bancos con los usuarios del sistema.
–¿Hay un exceso de financiamiento al consumo?
–Hay mucho, y un exceso puede ser contraproducente. De allí, también, la
necesidad de establecer regulaciones. Los bancos siempre elegirán
prestar para consumo porque es mucho más rentable. Nadie quiere que
pierdan, se trata de que los veinte bancos privados más grandes, porque
de ellos estamos hablando, sacrifiquen alguna pequeña cuota de
rentabilidad. Es lo menos que pueden hacer.
–¿Un segundo paso es avanzar con la reforma de la Ley de Entidades Financieras?
–Estamos convencidos de la necesidad, pero precisamos que haya más
convencidos. Nuestro proyecto plantea que la mitad de la cartera de cada
entidad debe estar orientada a pymes, microempendimientos y créditos
hipotecarios para vivienda…
–Poco menos que una herejía…
–Si el 5% que fijó el Central produce quejas, ni qué hablar de la
resistencia que genera nuestra iniciativa. De cualquier forma, el
espíritu de nuestro proyecto y la reforma concretada de la Carta
Orgánica del Banco Central van en el mismo sentido.
–Nada impide que se eleve el porcentaje por encima del 5%...
–Es cierto. La gran diferencia es que nuestro proyecto dice que las
entidades “deberán”. Es taxativo. Hoy, lo que tenemos es una facultad,
que el Banco Central puede o no utilizar. De cualquier forma, estamos
muy conformes con la reforma que se hizo porque recoge muchas de
nuestras propuestas.
–Por ejemplo…
–Hace dos semanas, el Banco Central creó una gerencia para la defensa de
los intereses del consumidor de servicios financieros. Ni más ni menos
que un capítulo de nuestro proyecto. Son pasos importantes en la
dirección correcta.
El cambio cultural. “Los que dicen que conviene ahorrar en
dólares engañan a la sociedad y abusan de un reflejo cultural histórico.
El sistema bancario está fuerte y saludable. La tasa de mora es muy
baja. El sistema creció muchísimo, y lo hizo en moneda local. Hay todo
un circuito de financiamiento en pesos que hace al sistema muchísimo
menos vulnerable”, señala Heller.
–¿Cómo evalúa las restricciones que impuso el Banco Central en el mercado cambiario?
–Las reservas son un bien que debe ser administrado cuidadosamente. Hace
unos meses, muchos medios ponían titulares apocalípticos con los montos
que se fugaban. La Argentina necesita esos dólares para pagar la
importación de insumos que no se producen en el país. Y esos dólares
están. Es de pleno derecho que el Estado tome recaudos para que esas
divisas que genera el país se queden. Son esenciales para alimentar los
ciclos productivos y pagar los servicios de la deuda pública. Hay cosas
que producen estupor.
–¿Por ejemplo..?
–Que esos medios se escandalicen porque quien adquirió divisas para
viajar y no lo hace tenga que devolverlas... O que digan que hay nuevas
trabas a las importaciones porque los importadores tienen que estar al
día con los impuestos. Lo que se ha decidido es intentar que el dólar
deje de ser una moneda de reserva, que los argentinos ahorremos en pesos
o en bienes. Lo que, en definitiva, mueve la economía.
–Lo que propone el Gobierno es, en definitiva, un cambio cultural.
–El país viene de una historia muy dura. Recién estamos terminando de
pagar el Boden 2012, el último coletazo de la crisis económica y social
más grave de nuestra historia. Los cambios culturales son difíciles,
mucho más cuando algunos machacan con la idea de que en cualquier
momento todo se derrumba.
–¿Cree que la sociedad acepta estas medidas?
–¿Cuán significativa es en términos porcentuales la cantidad de
argentinos que viajan el exterior o adquieren dólares? Algunos medios
hablan de la gente, dicen que el Gobierno le pone limitaciones a la
gente… ¿A cuánta gente? La verdadera limitación es no ganar lo
suficiente para viajar al exterior. La pelea que estamos dando es por la
inclusión. Esta discusión de los dólares es muy parecida a la del
mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias. Sólo el 19% de los
argentinos paga Ganancias.
–¿Qué opinión le merece la posibilidad de elevar el piso de Ganancias?
–Más que elevar el mínimo, lo que se debería hacer es modificar las
escalas, porque se han achatado, y eso conlleva una injusticia. Se
perdió el concepto de gradualidad, que casi ha desaparecido. Incluso se
podría ir hacia escalas más agresivas en los niveles de altos ingresos.
–¿Cuál sería la condición?
–Que la ecuación resulte más equitativa sin desfinanciar al Estado.
Cualquier reforma impositiva que aligere la carga tributaria, por
ejemplo en el caso de las pymes o de una rebaja del IVA para bienes de
consumo masivo, debe encararse señalando, claramente, con qué se
reemplaza lo que se deja de cobrar.
–¿Y la reforma tributaria bonaerense?
–Muy tibia. Estamos hablando de las tierras más ricas del país. El
precio de esos campos sube en función de la rentabilidad. Esto es algo
que nunca dicen los productores.
–¿Cómo evalúa la situación fiscal de la provincia?
–Hay gastos que son predecibles. Por ejemplo, los sueldos. No hay nada
más predeterminado en el diseño de un presupuesto, sea en una provincia o
en un banco, que los salarios. Si Scioli llegó a un punto en el que no
puede atender los gastos corrientes es porque hay algún problema serio
de gestión, gastó en otras cosas o presupuestó mal. Muchas vueltas no
hay.
–¿Es necesaria una reforma tributaria a nivel nacional?
–Absolutamente. Pero tiene que haber condiciones políticas. Hace falta
un consenso muy amplio. Caso contrario se corre el riesgo de caer en una
situación política similar a la que se generó con la Resolución 125.
Hay legislación generada que complica.
–Por ejemplo…
–La ley de inversiones extranjeras, una ley fantástica. Los primeros
cuatro artículos definen qué es una inversión extranjera y los otros
seis son todos “podrán”... Es una ley sin un solo “deberán”. Una locura.
Hay asignaturas pendientes que tal vez deban ir antes, modificaciones
que deben despejar el camino.
–¿La reforma debería contemplar un impuesto a las transacciones financieras?
–Habría que hacerlo con cuidado. Cuando se habla del tema, en general,
se piensa en los plazos fijos. Tal vez, como en otros regímenes, haya
que poner un buen colchón de excepciones para no desalentar el ahorro
genuino. Hay un gran campo para gravar, como la compra y venta de
acciones y títulos, o las transferencias de empresas. Lo que no se
debería hacer es ir detrás de los pequeños ahorristas.
Pronóstico
La crisis global y su impacto en la Argentina
La crisis financiera europea nos afecta menos que a otros países,
pero nadie está blindado. El impacto es comercial. Si Brasil o China,
que tienen mucha más relación con Europa que la Argentina, se
desaceleran, también nos desaceleramos nosotros”, advierte Carlos
Heller. Sobre el cierre del año económico, Heller no descarta que el
segundo semestre del año sea mejor que el primero. “La posibilidad la
avalúa, incluso, gente que no simpatiza con el proyecto. Brasil ha
tomado decisiones para restablecer sus niveles de consumo. Si esas
medidas son exitosas, la recuperación puede ser más rápida de lo que se
supone. El pronóstico de nuestros economistas del Credicoop habla de un
crecimiento de entre el 3 y el 3,5 por ciento. Un poco menos de lo
planteado en el Presupuesto 2012”, señala el diputado nacional de Nuevo
Encuentro.