Reproducimos un articulo del economista Pablo Tonelli por su capacidad para acercar y explicar la economía a las personas de a pie, y hacer comprensible lo que significa tomar
decisiones de política económica:
DECISIONES EN LA POLITICA ECONOMICA ARGENTINA
Pablo
Tonelli, economista
La
disciplina económica tiene en su desarrollo una fuerte connotación anglosajona,
así la expresión Economics en lengua inglesa ha sido traducida como
Ciencias Económicas. El corpus central de la misma, el que se enseña en las
Universidades (con pocas excepciones), que forma parte del discurso de los
organismos financieros internacionales, de grandes centros de investigación y es
el vigente en los grandes medios de comunicación audiovisuales y escritos,
responde a la denominada tradición económica ortodoxa de signo neoliberal.
Otra
tradición, con la que me identifico, habla de Economía Política. Esto incluye a
las diversas corrientes keynesianas, marxistas,
sraffianas,
kaleckianas,
estructuralistas, etc. Los economistas estamos divididos en escuelas,
tendencias, grupos y asociaciones que responden muy genéricamente a las
corrientes que mencioné. La crisis global que comenzó en 2008 abrió una
cuestionamiento de la economía académica que en palabras de Paul Krugman implica
que casi todas las contribuciones de la investigación macroeconómica de matriz
ortodoxa en las últimas décadas han sido en el mejor de los casos inútiles y en
el peor, dañinas.
En
resumen, existe una discusión sobre qué es la Economía como pensamiento, como
disciplina, y si tiene status científico o no. Casi todos los economistas
podríamos afirmar que la política económica es un arte; yo agregaría “simple y
todo de ejecución”, como mentaba el Gral. Perón de la conducción política,
porque reside en llevar a la práctica los conceptos que se sostienen. Entonces
las decisiones de política económica son cualquier cosa menos neutrales.
El
funcionamiento de la política económica se estructura a partir de los objetivos
que se desean alcanzar. Podríamos afirmar que el objetivo del Gobierno es el
crecimiento con inclusión social, es decir potenciar el aumento del PBI con una
mejor distribución del ingreso, que son objetivos de largo plazo. Pero son los
objetivos de corto plazo, es decir, en la coyuntura económica actual, donde se
juega, a suerte y verdad, una política económica. En el largo plazo… es bien
conocida la cita de Keynes, “todos estaremos muertos”.
La
política económica, a través de sus instrumentos y herramientas, comprende tanto
la política monetaria como las fiscal y cambiaria. Y vinculadas a éstas, las
decisiones sobre el gasto y la inversión pública, sobre precios, subsidios,
empleo, objetivos de balanza comercial, la presión tributaria, por citar las más
relevantes. A su vez también podemos considerar la política económica desde el
punto de vista sectorial y enumerar la política agraria, industrial, energética,
de transportes, comercial, turística y de viviendas.
Veamos
cómo operan estas decisiones en la realidad argentina actual, en particular en
el mercado de cambios. Hacia el último trimestre del año 2011 era evidente que
uno de los pilares centrales que había permitido nuestro crecimiento, la
abundancia de divisas, se había agotado. La escasez de dólares en poder
del BCRA en nuestro país no es un problema de política económica solamente, es
mucho más que eso, es un límite a la gobernabilidad, a la capacidad del Estado
de intervenir en los mercados. Las crisis institucionales estuvieron
precedidas en nuestra historia económica contemporánea por corridas
cambiarias.
Al
tipo de cambio vigente, deteriorado por la inflación, los grupos económicos, los
particulares con fuertes excedentes y un número significativo de pequeños
inversores (significativos por su cantidad, no por el monto demandado) lo que se
denomina “el chiquitaje”, pugnaron por dolarizar sus tenencias en pesos y
provocaron una fuga de capitales, a cuentas del exterior o al colchón,
equivalente al 4 % del PBI. A su vez, al inicio de 2012 era evidente que la
sequía había provocado una caída del volumen de granos exportables cercano a los
12 millones de toneladas y que el parate en Brasil implicaba una fuerte caía de
nuestras exportaciones de automotores. Es decir, aún menos dólares.
Esquemáticamente
las alternativas de política económica frente a la insuficiencia de divisas y la
situación de la Balanza de Pagos eran tres: La devaluación, el endeudamiento
externo o el control de cambios. Recordemos que los objetivos explícitos de
largo plazo de la política económica vigente son sostener el crecimiento del PBI
y mejorar la distribución del ingreso.
En
el año 2009, con la crisis internacional a pleno y siendo evidente que el PBI no
crecería y que el objetivo de distribuir el ingreso había dejado su lugar a otro
más primario, como era proteger el empleo, se llevó adelante una devaluación de
más del 20 %, que no afectó a la tasa de inflación (no produjo un salto ni una
espiral ascendente de los precios, desde un nivel ya alto) debido
fundamentalmente a la retracción del consumo provocada por la recesión. Esa fue
una decisión de política económica acorde a un momento y circunstancias
específicos.
En
el año 2006 se había colocado Deuda Externa, marcando el regreso de nuestro país
a las emisiones internacionales por primera vez después de la moratoria
establecida en diciembre de 2001. En marzo del 2006, el gobierno colocó 500
millones de dólares del bono Bonar V, como parte de un plan de emisiones por un
total de 1.500 millones. A principios de mayo y a fines de julio se hicieron las
dos emisiones restantes, cada una de ellas por 500 millones de dólares. (CEPAL,
2006) Argentina regresó nuevamente a los mercados internacionales con la emisión
del Bonar VII en septiembre y en diciembre, en ambos casos por valor de 500
millones de dólares. Adicionalmente a estas colocaciones en plazas
internacionales, Argentina realizó varias ventas directas de bonos a la
República Bolivariana de Venezuela, estimadas en más de 2.000 millones de
dólares hasta noviembre del 2006. Ambos países también hicieron de conjunto la
emisión del “Bono del Sur” en ese mismo mes, valorada en mil millones de
dólares. (CEPAL, 2006) En estas emisiones se priorizó el objetivo de acumular
reservas, con un tipo de cambio aún elevado y en un diferente contexto
internacional.
Tanto
en 2006 como en 2009 no existían problemas agudos de insuficiencia de divisas,
ni la acumulación de un déficit en el sector energético que fuera explosivo en
el Balance de Pagos, ni las importaciones creciendo a un ritmo (cuatro veces el
del producto) que debía ser atendido.
En
2012 se decidió atacar la raíz del problema energético con la estatización de
YPF, una solución correcta de largo plazo. Las necesidades de divisas para
paliar nuestro déficit seguirán por unos cuantos años más; me refiero a las
necesidades de coyuntura, las que impactan en nuestro Balance de Pagos. A su
vez, se decidió la administración del comercio exterior, restringiendo
importaciones, apostando a la sustitución de importaciones, una política
correcta de mediano plazo, que se inscribe en una política industrial más
global, pero que genera tensiones en la coyuntura.
¿Hubiera
podido Argentina emitir deuda externa como en 2006 para sólo refinanciar sus
vencimientos de capital, sin incrementar el monto total de su deuda (es decir
emitir capital por el mismo monto que el capital que vencía) en el contexto de
la crisis bancaria europea, con los mercados de capitales agitados, y luego de
la estatización de YPF? ¿A qué tasa? ¿Al 15 % en dólares, a juzgar por el
rendimiento (Tasa interna de retorno) de sus bonos actualmente en circulación?
No parece una solución aceptable ¿Podría haber devaluado como en 2009 sin
afectar la tasa y el ritmo inflacionario? Con una puja distributiva desatada y
la fuerte protección del mercado interno implícita en el control de cambios,
nadie podría asegurar sus resultados. Aún más, con el conflicto existente con un
sector del movimiento obrero es probable que una política de devaluación con un
acuerdo de precios y salarios heterodoxo, una política de ingresos como la que
yo mismo me sentí tentado a proponer, tampoco hubiese tenido éxito.
En
mi opinión el control de cambios, la tercera de las políticas posibles y la
finalmente adoptada permitió preservar las reservas, sostener medianamente el
empleo con una distribución del ingreso que no se deterioró gravemente y
mantener una tasa de crecimiento baja pero sin entrar en una meseta
recesiva.
Obviamente
con costos. Dije al principio de esta nota que la política económica es
cualquier cosa menos neutral. Costos en términos de inversión, porque la
importación de insumos y maquinaria y equipos se ralentiza, la construcción
privada residencial, refugio de los argendólares provenientes del excedente
económico, se detiene y la política industrial, la sustitución de importaciones
y la pesificación son estrategias correctas en el tiempo pero generan fuertes
roces y tensiones en la coyuntura.
El
segundo semestre será mejor que el primero para la economía argentina y tanto la
situación de Brasil como una mayor oferta de granos y un mejor precio promedio,
con menores compromisos de deuda externa, ofrecerán otro escenario para la
política económica, sus decisiones y sus tensiones en el 2013, las que no habrán
desaparecido. Pero ofrecerán un mejor escenario.
Por
último, volviendo a la expresión que usó en otro contexto Krugman, opino que las
aseveraciones de los economistas ortodoxos argumentando el colapso de la
Argentina vía recesión con inflación, se encuadran en lo que el Premio Nobel
calificó como opiniones en el mejor de los casos inútiles y en el peor de ellos,
dañinas.