sábado, 4 de agosto de 2012

La logica del control de cambio

Reproducimos un articulo del economista Pablo Tonelli por su capacidad para acercar y explicar la economía a las personas de a pie, y hacer comprensible lo que significa tomar decisiones de política económica:

DECISIONES EN LA POLITICA ECONOMICA ARGENTINA

Pablo Tonelli, economista
La disciplina económica tiene en su desarrollo una fuerte connotación anglosajona, así la expresión Economics en lengua inglesa ha sido traducida como Ciencias Económicas. El corpus central de la misma, el que se enseña en las Universidades (con pocas excepciones), que forma parte del discurso de los organismos financieros internacionales, de grandes centros de investigación y es el vigente en los grandes medios de comunicación audiovisuales y escritos, responde a la denominada tradición económica ortodoxa de signo neoliberal.
Otra tradición, con la que me identifico, habla de Economía Política. Esto incluye a las diversas corrientes keynesianas, marxistas, sraffianas, kaleckianas, estructuralistas, etc. Los economistas estamos divididos en escuelas, tendencias, grupos y asociaciones que responden muy genéricamente a las corrientes que mencioné. La crisis global que comenzó en 2008 abrió una cuestionamiento de la economía académica que en palabras de Paul Krugman implica que casi todas las contribuciones de la investigación macroeconómica de matriz ortodoxa en las últimas décadas han sido en el mejor de los casos inútiles y en el peor, dañinas.
En resumen, existe una discusión sobre qué es la Economía como pensamiento, como disciplina, y si tiene status científico o no. Casi todos los economistas podríamos afirmar que la política económica es un arte; yo agregaría “simple y todo de ejecución”, como mentaba el Gral. Perón de la conducción política, porque reside en llevar a la práctica los conceptos que se sostienen. Entonces las decisiones de política económica son cualquier cosa menos neutrales.
El funcionamiento de la política económica se estructura a partir de los objetivos que se desean alcanzar.  Podríamos afirmar que el objetivo del Gobierno es el crecimiento con inclusión social, es decir potenciar el aumento del PBI con una mejor distribución del ingreso, que son objetivos de largo plazo. Pero son los objetivos de corto plazo, es decir, en la coyuntura económica actual, donde se juega, a suerte y verdad, una política económica. En el largo plazo… es bien conocida la cita de Keynes, “todos estaremos muertos”.
La política económica, a través de sus instrumentos y herramientas, comprende tanto la política monetaria como las fiscal y cambiaria. Y vinculadas a éstas, las decisiones sobre el gasto y la inversión pública, sobre precios, subsidios, empleo, objetivos de balanza comercial, la presión tributaria, por citar las más relevantes. A su vez también podemos considerar  la política económica desde el punto de vista sectorial y enumerar la política agraria, industrial, energética, de transportes, comercial, turística y de viviendas.
Veamos cómo operan estas decisiones en la realidad argentina actual, en particular en el mercado de cambios. Hacia el último trimestre del año 2011 era evidente que uno de los pilares centrales que había permitido nuestro crecimiento, la abundancia de divisas, se había agotado. La escasez de dólares en poder del BCRA en nuestro país no es un problema de política económica solamente, es mucho más que eso, es un límite a la gobernabilidad, a la capacidad del Estado de intervenir en los mercados. Las crisis institucionales estuvieron precedidas en nuestra historia económica contemporánea por corridas cambiarias.
Al tipo de cambio vigente, deteriorado por la inflación, los grupos económicos, los particulares con fuertes excedentes y un número significativo de pequeños inversores (significativos por su cantidad, no por el monto demandado) lo que se denomina “el chiquitaje”, pugnaron por dolarizar sus tenencias en pesos y provocaron una fuga de capitales, a cuentas del exterior o al colchón, equivalente al 4 % del PBI.  A su vez, al inicio de 2012 era evidente que la sequía había provocado una caída del volumen de granos exportables cercano a los 12 millones de toneladas y que el parate en Brasil implicaba una fuerte caía de nuestras exportaciones de automotores. Es decir, aún menos dólares.
Esquemáticamente las alternativas de política económica frente a la insuficiencia de divisas y la situación de la Balanza de Pagos eran tres: La devaluación, el endeudamiento externo o el control de cambios. Recordemos que los objetivos explícitos de largo plazo de la política económica vigente son sostener el crecimiento del PBI y mejorar la distribución del ingreso.
En el año 2009, con la crisis internacional a pleno y siendo evidente que el PBI no crecería y que el objetivo de distribuir el ingreso había dejado su lugar a otro más primario, como era proteger el empleo, se llevó adelante una devaluación de más del 20 %, que no afectó a la tasa de inflación (no produjo un salto ni una espiral ascendente de los precios, desde un nivel ya alto) debido fundamentalmente a la retracción del consumo provocada por la recesión. Esa fue una decisión de política económica acorde a un momento y circunstancias específicos.
En el año 2006 se había colocado Deuda Externa, marcando el regreso de nuestro país a las emisiones internacionales por primera vez después de la moratoria establecida en diciembre de 2001. En marzo del 2006, el gobierno colocó 500 millones de dólares del bono Bonar V, como parte de un plan de emisiones por un total de 1.500 millones. A principios de mayo y a fines de julio se hicieron las dos emisiones restantes, cada una de ellas por 500 millones de dólares. (CEPAL, 2006) Argentina regresó nuevamente a los mercados internacionales con la emisión del Bonar VII en septiembre y en diciembre, en ambos casos por valor de 500 millones de dólares. Adicionalmente a estas colocaciones en plazas internacionales, Argentina realizó varias ventas directas de bonos a la República Bolivariana de Venezuela, estimadas en más de 2.000 millones de dólares hasta noviembre del 2006. Ambos países también hicieron de conjunto la emisión del “Bono del Sur” en ese mismo mes, valorada en mil millones de dólares. (CEPAL, 2006) En estas emisiones se priorizó el objetivo de acumular reservas, con un tipo de cambio aún elevado y en un diferente contexto internacional.
Tanto en 2006 como en 2009 no existían problemas agudos de insuficiencia de divisas, ni la acumulación de un déficit en el sector energético que fuera explosivo en el Balance de Pagos, ni las importaciones creciendo a un ritmo (cuatro veces el del producto) que debía ser atendido.
En 2012 se decidió atacar la raíz del problema energético con la estatización de YPF, una solución correcta de largo plazo. Las necesidades de divisas para paliar nuestro déficit seguirán por unos cuantos años más; me refiero a las necesidades de coyuntura, las que impactan en nuestro Balance de Pagos. A su vez, se decidió la administración del comercio exterior, restringiendo importaciones, apostando a la sustitución de importaciones, una política correcta de mediano plazo, que se inscribe en una política industrial más global, pero que genera tensiones en la coyuntura.
¿Hubiera podido Argentina emitir deuda externa como en 2006 para sólo refinanciar sus vencimientos de capital, sin incrementar el monto total de su deuda (es decir emitir capital por el mismo monto que el capital que vencía) en el contexto de la crisis bancaria europea, con los mercados de capitales agitados, y luego de la estatización de YPF?  ¿A qué tasa?  ¿Al 15 % en dólares, a juzgar por el rendimiento (Tasa interna de retorno) de sus bonos actualmente en circulación? No parece una solución aceptable ¿Podría haber devaluado como en 2009 sin afectar la tasa y el ritmo inflacionario? Con una puja distributiva desatada y la fuerte protección del mercado interno implícita en el control de cambios, nadie podría asegurar sus resultados. Aún más, con el conflicto existente con un sector del movimiento obrero es probable que una política de devaluación con un acuerdo de precios y salarios heterodoxo, una política de ingresos como la que yo mismo me sentí tentado a proponer, tampoco hubiese tenido éxito.
En mi opinión el control de cambios, la tercera de las políticas posibles y la finalmente adoptada permitió preservar las reservas, sostener medianamente el empleo con una distribución del ingreso que no se deterioró gravemente y mantener una tasa de crecimiento baja pero sin entrar en una meseta recesiva.
Obviamente con costos. Dije al principio de esta nota que la política económica es cualquier cosa menos neutral. Costos en términos de inversión, porque la importación de insumos y maquinaria y equipos se ralentiza, la construcción privada residencial, refugio de los argendólares provenientes del excedente económico, se detiene y la política industrial, la sustitución de importaciones y  la pesificación son estrategias correctas en el tiempo pero generan fuertes roces y tensiones en la coyuntura.
El segundo semestre será mejor que el primero para la economía argentina y tanto la situación de Brasil como una mayor oferta de granos y un mejor precio promedio, con menores compromisos de deuda externa, ofrecerán otro escenario para la política económica, sus decisiones y sus tensiones en el 2013, las que no habrán desaparecido. Pero ofrecerán un mejor escenario.
Por último, volviendo a la expresión que usó en otro contexto Krugman, opino que las aseveraciones de los economistas ortodoxos argumentando el colapso de la Argentina vía recesión con inflación, se encuadran en lo que el Premio Nobel calificó como opiniones en el mejor de los casos inútiles y en el peor de ellos, dañinas.

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