jueves, 29 de mayo de 2014

Violeta de vergüenza

Violeta de vergüenza


El sábado 3 de mayo, los diarios Clarín y La Nación mostraron en sus tapas las fotos de la multitud que se convocó para disfrutar en los bosques de Palermo el recital del éxito adolescente Violetta. Lo calificaron de marea (humana). Lo fue. Unas 250 mil personas es una imagen periodísticamente ineludible, la expresión de un fenómeno que no puede ignorarse. Esa foto se gana un espacio en la portada.
El lunes 26 de mayo, esos mismos diarios no mostraron en sus tapas las fotos de una multitud que se convocó para disfrutar en la Plaza de Mayo la celebración de los 204 años de la Patria, que incluyó un discurso de la presidenta y un festival conmovedor que reunió a decenas de artistas populares sobre el escenario. No lo calificaron como marea. Pero lo fue: el número oficial destacó la presencia de 300 mil personas, una imagen periodísticamente ineludible, la expresión de un fenómeno que no puede ignorarse. Esa foto debería ganar un espacio en la portada.

Claro que no hay manual de estilo que unifique criterios. En la elección editorial radica la pluralidad informativa. En ese sentido, no es novedad el recorte que hacen los medios tradicionales. Incluso, es tan excesiva su sesgada reelaboración de la (des)información que hasta el mismísimo Vaticano debe andar cada tanto –cada vez más seguido– convocándolos a la mesura. O más concretamente, a no mentir.
Esa discusión, que no es sólo mediática, sigue siendo central: la decisión editorial de los diarios dominantes por ocultar el fenómeno político y popular como el que continúa expresando el kirchnerismo, con once años en el gobierno y una capacidad de convocatoria intacta, es lógica. De no hacerlo, estarían interpelándose a sí mismos. Cómo explicarían a sus lectores qué les contaron todo este tiempo. A veces, por más que supriman aquello que no encaja en sus deseos, la realidad se impone festiva, masivamente alegre, orgullosa, aunque a algunos los ponga violeta de bronca. O vergüenza.
Fuente texto : Gustavo Cirelli para Tiempo Argentino