sábado, 2 de marzo de 2013

Que esta pasando en Villa Adelina?


Engaño, división y poca gestión en Villa Adelina

                                                Por Luis Sprovieri * Marzo 1, 2013

A pocas cuadras de Acceso Norte y Fondo de la Legua viven 600 familias sin agua corriente, se abastecen de un vetusto tanque comunitario construido hace décadas, que bombea el agua desde la napa, irremediablemente contaminada. El bombeo y mantenimiento del tanque está parcialmente a cargo de una cooperativa formada por un grupo de vecinos. No es una zona carenciada sino un típico vecindario de clase media.
Todos los organismos, nacionales, provinciales y municipales con jurisdicción sobre el tema coinciden en que el agua del tanque no es apta para el consumo humano. Se han encontrado bacterias en grado alarmante y todos los análisis serios han identificado componentes químicos compatibles con actividades tales como fábricas de pintura o tintorerías industriales (diversos tipos de solventes, por ejemplo). Todo ello es resultado de años de actividades industriales contaminantes sin control y de la filtración de aguas servidas (pozos ciegos).
Consumir agua en los barrios “El Tanque” y “Arca” de Villa Adelina es, por ello, altamente peligroso para la salud. La concentración de sales, además, genera sarro que destruye cañerías y artefactos domésticos. La Municipalidad de San Isidro lo sabe y lo reconoce públicamente.
La mayoría de los vecinos claman por conectar los barrios a la red de AySA. A ellos parece oponerse una minoría que siente amenazada la tradición de los barrios, representada por la actividad comunitaria en torno al tanque común y su gestión cooperativa. Los cooperativistas parecen rechazar además la intromisión de los punteros de la Municipalidad de San Isidro.
Mientras tanto, AySA manifiesta tener prevista la conexión dentro de su plan general de obras del período 2014-2018 pero dice no contar con fondos presupuestados para encarar las obras antes de esas fechas.
Con ese panorama asumimos la representación judicial de los vecinos de Villa Adelina. Llevamos esta problemática ante la Justicia con la finalidad de lograr un ámbito de diálogo ordenado donde los organismos interesados (fundamentalmente la Municipalidad y AySA) y los actores barriales (la Cooperativa y los vecinos) pudieran acordar una solución. No se trató de enfrentar a partes en disputa sino de construir diálogo y soluciones.
AySA ha colaborado o, por lo menos, no se ha desentendido. La Municipalidad de San Isidro, en cambio, no ha hecho más que obstruir, desentenderse, enfrentar a los vecinos entre sí y ofrecer soluciones retrógradas. En el expediente judicial, la Municipalidad ha sido hasta ahora la única parte cuya conducta fue francamente dilatoria y obstruccionista. En los barrios, la Municipalidad se ha dedicado a instalar rumores, quejarse de acciones adversas de los vecinos que nunca existieron, y distribuir panfletos propios con información inexacta. En noviembre pasado repartió la propaganda electoral Gestión San Isidro en la que dijo “intervenir para agilizar una obra de AySA en Villa Adelina”. No hay constancia de esa gestión. Otro tanto hizo en diciembre con un volante repartido puerta a puerta; plagado también de afirmaciones incomprobables.
En septiembre de 2012 el bloque de concejales del Frente para la Victoria, con el impulso del Concejal Leandro Martín, se hizo eco de la mejor solución que hemos escuchado hasta ahora y que apoyamos. Se trataba de que la Municipalidad pagara las obras de tendido de la red (según AySA,  tres millones de pesos), incluyéndolas en su presupuesto 2013, para recuperar después ese dinero de AySA, sin que los vecinos tuvieran que esperar a que se solucionen problemas jurisdiccionales o se desenrede la maraña burocrática.
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La Municipalidad de San Isidro desestimó ese proyecto por “demagógico” y propuso un camino alarmante. Lanzó una encuesta informal entre los vecinos para determinar si la conexión goza de aceptación, es decir, quiénes quieren recibir agua segura y quiénes prefieren seguir envenenándose. Con el resultado de esa encuesta se propone gestionar la obra obligatoriamente “por cuenta de terceros”, es decir a cargo de los vecinos. De esta manera, quien pueda pagar tendrá agua y quien no, seguirá envenenándose o le ejecutarán su propiedad por no pagar los cargos que le imponga la Municipalidad. Pero además, para su encuesta dividió los barrios en cuadrículas, de manera que si a través de este mecanismo en alguna manzana o sector ganan los que rechazan a AySA, esa circunstancial mayoría obligará a la minoría a seguir envenenándose. Es una peculiar manera de gobernar, sin duda.
Entretanto, en diciembre y enero se quemaron las bombas del tanque, faltó el agua por varios días y reventaron caños que anegaron calles. La respuesta de la Municipalidad fue mirar para otro lado. Los vecinos repusieron por su cuenta las bombas y arreglaron calles y veredas. La Municipalidad teme que si accede a asistir a estos barrios, otros vecinos del Distrito pedirán obras. Parece que ocuparse de la salud pública, de la vía pública o del cuidado comunitario puede generar algún mal ejemplo. No vaya a ser que otros terminen pidiendo vivir mejor.
Por todo esto, en Villa Adelina, la Municipalidad de San Isidro, engaña, divide, atrasa y no gestiona.
Engaña, con información confusa o falsa, o dice hacer pero no hace. Divide y enfrenta a los vecinos para excusar su inacción detrás de supuestos intereses encontrados. Atrasa, proponiendo una solución lamentable: que accedan al agua segura sólo los que puedan pagarla o que una circunstancial mayoría obligue a los demás a envenenarse. Finalmente, no gestiona nada. Tan es ello así que después de meses de insistencia por parte de los vecinos, el único funcionario municipal que parece dar la cara es un concejal del bloque oficialista; ningún funcionario ejecutivo está visiblemente a cargo.
En Villa Adelina, el Estado municipal, como primer gestor del bien común, sigue ausente. Ante un problema tan grave, repetir que a la Municipalidad no le corresponde solucionarlo es una triste manera de gestionar la cosa pública.
La solución más sensata sigue siendo llevar en forma gratuita la red de agua corriente hasta la puerta de cada vecino para que cada uno decida libremente conectarse a esa red. Nada impide, por otro lado, que el barrio termine teniendo un sistema mixto, siga usando el agua del tanque para riego o limpieza y adopte el agua de red para consumo humano.
Aquí no juegan las ideologías; el acceso al agua potable ya ha sido reconocido como derecho fundamental. La efectividad de ese derecho no puede quedar sujeta a la lógica consumista de conectar a quien paga y olvidar a quien no puede.
Sólo es necesario coordinar la acción entre la Municipalidad de San Isidro y AySA y, en todo caso, imaginar creativamente formas alternativas de financiar las obras hasta que AySA pueda devolver los fondos. La Municipalidad puede -de esto no cabe duda a esta altura- financiar con fondos propios, formar un fondo específico, o gestionar crédito bancario, si hiciera falta. Tan sólo se requiere voluntad de gestión, capacidad e imaginación. Por ahora, esas cualidades del buen gobernante siguen ausentes.

*Abogado miembro del Instituto de Formación en Políticas Argentinas (POLAR)
Fuente: http://realidadsi.com/?p=193 

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